
Dramaturgia: La versión tradicional "LEMPIRA EXISTIÓ". Por Oscar Sierra Pandolfi
17/06/2025

Obra en 5 actos
La versión tradicional
LEMPIRA EXISTIÓ. PERSONAJES
ELEMPIRA
NIÑO ELEMPIRA
JOVEN ELEMPIRA
PADRE DE ELEMPIRA
MADRE DE ELEMPIRA
CAPITÁN 1 RODRIGO RUIZ
CAPITÁN ALONSO DE CÁCERES
ADELANTADO MONTEJO
CUADRO.1.
ACTO PRIMERO
ESCENA .1.
(Lempira en lenca[1]: "Señor de la sierra" o "Señor del cerro", en los documentos españoles escrito Elempira).Por su parte, Rodrigo Ruiz en el año 1558 realiza una Relación de Méritos ante la Audiencia de México, con el propósito de obtener una pensión. Allí cuenta haber tenido un combate frontal con Lempira, provisto de su espada y rodela, llevando su cabeza como trofeo y recibiendo en el camino muchas heridas de parte de los indios).
ESCENA.2. CAPITÁN. 1. RODRIGO RUIZ. Esta es la cabeza gloriosa, hemos dado muerte al jefe Elempira.
ESCENA.3.CAPITÁN ALONSO DE CÁCERES. Que la pacificación de Cerquín se debió "a Rodrigo Ruiz, quien diera muerte en batalla al capitán indígena Elempira".
(Los testigos compañeros del declarante, otros que estaban en Siguatepeque y le vieron llegar con la cabeza ).La probanza fue aprobada doce años después por el Virrey de Nueva España. ACTO.
SEGUNDO.ESCENA.1.
(Una mujer acostada , tirada en un camastro de cabuyas, dos mujeres la atienden, están atendiendo el parto, levanta el copal, y humea, se purifica, recibe una bendición divina.). (Nace alrededor de 1497). (Se escucha el llanto del niño indígena Lenca, específicamente de los Cares).
LA PARTERA. Te ofrendamos granos de cacao, y sangre animal. (Levanta las manos junto con el recienacido y los objetos de ofrenda).
¡Waš![2] ¡[3]Gulal! ¡in! amanani[4] unani[5] [6]ts’ew [7]kus
ESCENA.2.
(El niño Elempira corre de un lado a otro practicando con sus herramientas de guerra, bajo el entrenamiento de otros jefes indígenas).
ESCENA.3.
(En las montañas de Cerquín, donde muy joven conoce a los invasores que amenazan sus costumbres, violan a sus mujeres y les roban sus tierras. Pronto aprende a combatirlos, llegando a ser jefe guerrero). (Los hombres con el lancero llevan casco y morrión, escudo, cota de mallas cubierta de armadura, calzón de terciopelo rojo y calzas de lana). (El niño Elempira observa escondido entre la hierba).
(Las indígenas lencas corretean huyendo arrastrándose en su intento de resistir la brutalidad de los conquistadores españoles se refugian en los más altos y rocosos cerros y montañas, llevando consigo a sus mujeres, hijos y provisiones).
El siniestro silencio de la muerte
El río Lempa, un tributo plateado que serpentea a través del terruño, susurraba secretos a los árboles centenarios bajo el plenilunio. Los árboles, ancianos y sabios, respondieron con susurros, mezclando sus voces con el susurro de las hojas, entretejiendo antiguos mitos con la brisa nocturna. El aire se llenó con el eco de generaciones ancestrales, los susurros de los divinos olvidados y los susurros de los predecesores.
Más abajo, en la plaza del poblado, congregados se encontraron los lencas, sus cuerpos adornados con vibrantes pigmentos de la tierra y sus movimientos tan fluidos y elegantes como el de los jaguares. La luz de la luna los bañó con un suave resplandor, resaltando los intrincados diseños tallados en sus rostros y toráx. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, danzaban en círculo, moviendo sus pies descalzos al ritmo de la tierra aplastada.
El ambiente se electrificó de anticipación. En aquella noche se celebraba la Danza de la Luna, un rito sagrado que honraba a los espíritus del río, los árboles y los ancestros. Una fiesta de vida, muerte y el ciclo eterno de la naturaleza.
Una doncella joven, el rostro adornado con el semblante feroz de un jaguar, dio un paso al frente. Su nombre era Mayet, guardiana de los mitos antiguos. Cuando el tambor aumentó su ritmo, ella comenzó a cantar, su voz ondulaba y declamaba al compás de la luna. Su canto habló de la creación del cosmos, del peregrinaje del pueblo Lenca desde las estrellas, de su vínculo con la tierra y los espíritus que la moraban.
Los demás bailarines respondieron a su canto, sus cuerpos se movieron en armonía, sus voces se fusionaron con las de ella en un coro ensordecedor. Bailaron, se balancearon y giraron, sus movimientos reflejaban el viaje de la luna a través del cielo nocturno.
La luna, en su apogeo, bañó el pueblo con su plata líquida, convirtiéndolo en un lienzo de ensueño. Los aldeanos, con rostros esculpidos por la emoción y la expectativa, contemplaban el astro, sus corazones latiendo al ritmo de la antigua danza lunar.
Era un momento de magia y júbilo, un respiro de paz en la noche.
Sin embargo, como un presagio funesto, la luna se desvaneció lentamente, y con ella, la luz. La plaza se hundió en una sombra inquietante, una oscuridad que se materializó en la forma de extraños sombríos. Rostros ocultos por la noche, sus ojos brillaban con una intención gélida, fría como la luna en su ocaso. Sus armas, espectros amenazantes, parecían trazar la línea entre la paz y el caos.
Los ancianos, con la sabiduría de los siglos grabada en sus arrugas, percibieron el peligro latente. Su voz, suave como el susurro del viento, instó a la retirada, y la danza de la luna se esfumó, dejando un silencio denso como la neblina. La música murió, los corazones se congelaron, y el miedo, como un espectro invisible, se adueñó de la noche. Los extraños avanzaron, su presencia como una tormenta que se acercaba, amenazante e imparable. Los aldeanos, con el alma encogida, presenciaron cómo la muerte se acercaba, con el rostro de la noche.
La danza lunar, una vez un canto de alegría y esperanza, se había convertido en un preludio de la oscuridad, un baile macabro con la muerte como su único espectador. El aire, antes cargado de música y risas, ahora se llenó del silencio gélido del fatalismo, un silencio que anunciaba la llegada de la noche más oscura.
ACTO TERCERO
(A estos sitios que servían de trincheras a los indígenas, los españoles les llamaban “peñoles”, Lempira estaba a cargo del de Cerquín).
INDIGENA.1. Nuestro señor de la sierra, la figura de eLempira se ha convertido en un señor clave de nuestra gente lenca, ha iniciado las luchas por la libertad y la defensa de Cerquin, capaz de luchar hasta la muerte contra la dominación y la opresión de esos señores invasores. (El cuerpo[8] lo adornaban con diseños naturales o geométricos en pintura roja y negra, que designaban el clan al que se pertenecía o el emblema individual del espíritu o criatura que cada cual escogía para que lo protegiese del mal. Completaba el resto del vestuario los tocados y los pendientes, los collares de conchas y las orejeras de piedra.)
NARRADOR.
(Existen dos versiones sobre la historia de Lempira, una épica basada en lo escrito por cronista de Indias Antonio de Herrera y Tordesillas, en Historia general de los hechos de los Castellanos en las islas, tierra firme del Mar Océano y otra extraída de la Probanza de Méritos del español Rodrigo Ruiz, presunto verdugo de Lempira. La primera fue rescatada por el poeta José Milla y Vidaurre (Guatemala, 1822 -1882) y por su poema que fue tomado como texto histórico, criollos y mestizos se enteraron de su existencia).
La sombra del jaguar
La barba de Tzicán, como espuma fluvial blanquecina, acarició el pecho del anciano al levantarse. Su voz, un trueno que rebotó en los ancestros, resonó en la selva: 'Hermanos, la sombra del jaguar, ancestral y temible, se cierne sobre nosotros. Un viento helado amenaza con extinguir la llama de nuestra existencia.'
Las miradas se nublaron de incertidumbre. La sombra del jaguar, metáfora milenaria, se materializaba en la amenaza latente. Un silencio sepulcral se instaló en la espesura, roto solo por el susurro de las hojas y el canto fúnebre de aves desconocidas.
'Los Xiuhtecuhtli han llegado', proclamó Tzicán, su voz grave como las entrañas de la tierra. 'Los hombres del norte, con armaduras de hueso y corazones de hielo, vienen por nuestra tierra, nuestros ríos, nuestras mujeres y nuestros hijos.'
Un murmullo de inquietud, como un río subterráneo, recorrió la plaza. Los Xiuhtecuhtli, guerreros despiadados que emergían de las leyendas, con ojos ávidos y armas de fuego, eran un fantasma que acechaba a los lenca desde el alba de los tiempos.
Un joven guerrero, rostro marcado por la furia ancestral, se alzó: 'No nos rendiremos, lucharemos hasta la muerte. Moriremos por nuestra tierra, por nuestra libertad'.
Tzicán avanzando, sus ojos como dos estrellas reflejando la sabiduría de los siglos: 'Sí, lucharemos, pero no solo con lanzas y arcos. Lucharemos con el corazón de nuestros ancestros, la sabiduría de los chamanes, la fuerza de nuestra fe en el jaguar.'
La selva respondió con un susurro cósmico, una sinfonía de invocaciones que resonó en la noche. Los guerreros Lenca, con sus cuerpos adornados con la tinta sagrada de la selva, se prepararon para la danza de guerra. Sus corazones, tambores latentes en sus pechos, resonaban al compás de la furia del jaguar, ardiendo en sus ojos fieros.
El alba, con la delicadeza de un pincel cósmico, pintó el cielo de violetas, anunciando la llegada de los Xiuhtecuhtli, imponentes en sus armaduras relucientes, rostros impasibles como el acero. La batalla, un torbellino frenético, se desató. Flechas silbaron, lanzas se cruzaron y lenguas de fuego danzaron en el viento, alimentando la furia del jaguar que habitaba en el corazón de cada guerrero Lenca.
El corazón de la selva, latiendo con la fuerza de los jaguares, se erguía en la figura de los guerreros Lenca. Ágiles como la cebra en la sabana, sus movimientos eran danzas de astucia y valor, sus golpes, estruendos de la tempestad. Sin embargo, la marea humana de los Xiuhtecuhtli, imponente como un cielo estrellado, avanzaba con la furia del volcán, sus armas, relámpagos de fuego que rompían el silencio de la selva.
El coraje Lenca, alimentado por la sangre de la tierra y el aliento de la vida silvestre, se fue apagando como el fulgor de las luciérnagas al amanecer. La fuerza invasora, implacable como la roca que resiste al mar, comenzaba a dominar la batalla.
En medio del caos, Tzicán, su rostro un mapa de cicatrices que contaban historias de valentía, alzó su lanza como un árbol centenario, desafiando el cielo con su mirada. Sus palabras, cargadas con la fuerza de la selva, resonaron como el trueno en la tormenta:
—Te venceremos. El jaguar no se rendirá.
La danza de la guerra continuó, bajo la mirada vigilante del sol, un juez implacable que atestiguaba el sacrificio del pueblo Lenca. Aunque la batalla culminó con la derrota de los guerreros de la selva, la sombra del jaguar, omnipresente como el espíritu ancestral, envolvió el campo de batalla, un recordatorio de que la lucha por la libertad es eterna, un fuego que nunca se extingue.
El jaguar, símbolo de resistencia y libertad, se convirtió en el espíritu del pueblo Lenca, una llama que jamás se apagaría, recordándoles que la lucha por su identidad, su tierra y su libertad, es un ciclo infinito, un legado que trasciende la muerte y que se perpetua en el corazón de cada generación.
CUADRO.2.
ACTO PRIMERO
(Capitanía General, Santiago de los Caballeros de Guatemala)
ESCENA.1.
GONZALO DE ALVARADO. (Ansioso de llevar a cabo los planes de su hermano Pedro) funda un establecimiento llamado "Gracias a Dios", en el actual departamento de Lempira, pero en el sitio de Opoa.
ESCENA.2.
MONTEJO. Debéis prepararse para viajar a Honduras.
ALONSO DE CÁCERES. Pues ya sabéis que estáis listos para llegar a estableceros en la capital de la Capitanía General, Santiago[9] de los Caballeros de Guatemala.[10]La vida fronteriza exige hombres con fortaleza de acero, aventureros, crueles y de acción efectiva. Lo curioso, sin embargo, es que esta condición provoca cierta lealtad que se manifiesta bajo las circunstancias más adversas.
ESCENA.3.(CÁCERES llevó abastecimientos muy necesarios, pero su única fuerza consistía en veinte hombres y el poder problemático de una cédula que nombraba gobernador de Honduras a Montejo, su lejano señor. El cabildo de Gracias no aceptó, definiéndose de hecho partidario de Alvarado).
ALONSO DE CÁCERES. Durante un mes, Yo Alonso Cáceres, han expresado que me he prestado para intrigas y amenazas abiertas en un intento de obligar a que el gobierno municipal me acepte. Pareciera casi que Gonzalo de Alvarado, que mandaba en Gracias a Dios, fuera demasiado poderoso, y el pueblo sumamente fiel a su hermano.
ALONSO DE CÁCERES. Pero el teniente de Montejo es hábil en recursos, y se ha ido a residir a una aldea vecina de los aborígenes, está manteniendo estrecho contacto con un miembro importante del consejo de la ciudad. Cuando sintió que era la hora de proceder, yo Alonso Cáceres con mis veinte hombres clandestinamente salimos del caserío y en la profundidad de la noche tomamos el camino que conducía a Gracias.
ACTO SEGUNDO
ESCENA.1.
ALONSO CÁCERES. (Entraron con los primeros rayos del sol, y sin ruido apresaron a sus enemigos del cabildo).
JUÁREZ DE ÁVILA. Soy su aliado, soy Juárez de Ávila, miembro del consejo, había hecho una labor oculta tan efectiva que los intrusos encontraron poca oposición de parte de los ciudadanos, y Gracias a Dios ha quedado bajo la autoridad del conquistador de Yucatán, señor mío, capitán Alonso Cáceres, ha sido aceptado como gobernador y capitán general de Honduras, debido a la ausencia de su amo.
(Envió emisarios al norte, a San Pedro Sula, para obtener la adhesión de la municipalidad).
(El pueblo, en apariencia, aceptó el cambio, pero íntimamente lo rechazó. A pesar de encontrarse satisfecho con la adhesión nominal, Cáceres preparaba nuevos proyectos).
ESCENA.2.
(La lucha de los españoles entre sí, no constituía el clima más apropiado para sostener la paz en tierras conquistadas. Los belicosos habitantes de la cordillera occidental de Honduras fueron sensibles a la discordia entre los invasores.
Fueron los primeros en darse cuenta de las ventajas que podrían sacar del desacuerdo entre los españoles, iniciando breves pero hostiles alianzas contra la dominación extranjera).
ALONSO CÁCERES. Yo ALONSO Cáceres un veterano con experiencia. Llego a la convicción de que no ayudaría a mi amo, ni a ningún español, dejando seguir los asuntos tal como iban. Así que saldremos de Gracias para atacar algunos grupos serranos de la vieja provincia de los indios cares, y de ahí escalar los senderos montañosos hacia el oriente, tierra adentro. (Montados en sus bestias, rodean la zona, con sus armas). (Caen hombres derribados, indígenas).
ESCENA.3.(El jugador astuto gana en el ajedrez o en la política. Un viejo proverbio español dice que el ganadero debe conocer su ganado). La jugada del conquistador de Guatemala al fundar una población en el interior fue tardía, pero no vana. Fue tardía sencillamente porque en 1537 partió de Yucatán con dirección a Honduras).
La unión Lenca
La boda, un arcoíris ancestral tejido con hilos de luz, se desplegó como una explosión de colores que eclipsaba la exuberancia misma de la selva. Los novios, vestidos con la magia de milenios, parecían esculpidos en sueños, figuras etéreas que resonaban con la historia de su tribu. Ella, con un vestido verde esmeralda que evocaba los secretos de la tierra, adornada con plumas y conchas que susurraban historias del mar, como una diosa nacida de la naturaleza. Él, con un taparrabos azul como la inmensidad del cielo, reflejo de los votos sagrados que susurraban en su corazón.
Al despuntar el alba, como un presagio de la vida misma, la ceremonia se encendió con el latido del sol naciente. Los tambores, con el ritmo de la tierra, guiaban la danza tribal, un frenesí de movimientos fluidos que imitaban los ríos que serpenteaban por la selva. Con manos temblorosas, ellos intercambiaban pulseras tejidas con el hilo de la tradición ancestral, un símbolo de un amor que debía perdurar eternamente.
El líder anciano, con la sabiduría de las montañas grabada en su mirada, ofició la unión con voz solemne. Recitó una antigua poesía, palabras que se grabaron en el alma de los novios como los senderos sagrados que atraviesan el territorio, lenca. Con un brillo travieso en sus ojos, el anciano susurró la leyenda del Buen Ciervo, animal celestial venerado por su sabiduría infinita. Recordó a la pareja que su amor, como el ciervo legendario, debía trascender lo físico y permanecer firme en el ciclo siempre cambiante de la vida y la muerte. La tribu, unida en un solo latido, estalló en carcajadas, llenando de alegría a los recién casados.
La noche llegó, y el cielo se abrió como un lienzo estrellado, iluminando el rostro de los novios. Xiolth y Jatziry, bajo el manto de estrellas, ofrecieron plegarias a los dioses del cielo, pidiendo fortaleza y unidad para su nuevo camino juntos. Su amor, como un río que fluye eterno, se expande en el silencio de la noche, bajo la mirada vigilante de la luna, promesa de un futuro brillante y lleno de promesas.
En la aurora, donde el cielo se tiñe de los colores del alba, sus voces se fundieron en un solo canto. Era un coro celestial, tejido con la música del viento, que se elevaba a las estrellas fugaces que salpicaban la noche. El velo de la oscuridad se desgarró para dar paso a la danza de su amor naciente, un río de sentimientos que se unía para formar un torrente de afecto. Este torrente, como el manantial que alimenta las raíces del pueblo Lenca, les recordaba su historia y sus tradiciones, atándolos a su legado ancestral.
En un mar de júbilo y veneración, su unión se elevó por encima del tiempo y el espacio, avivando la llama de la vida que ardía en cada uno de ellos. Dos años después, como un brote que se abre paso entre la tierra, nació Lempira. Su nombre, como el rugido de la montaña, significaba 'Señor de la sierra'. Era un símbolo de la indomable voluntad del pueblo Lenca, un canto a su resistencia eterna, a su amor y lealtad que florecía incluso en la oscuridad de la adversidad.
CUADRO.3.
ACTO PRIMERO
ESCENA.1.
(No recibió la noticia de que la Corona había cambiado de opinión y consideraba muy de su agrado el arreglo).
MONTEJO. Don Pedro de Alvarado, he seguido paso a paso sus órdenes, y como sabemos, hay que tomar posesión lo más pronto posibles de esas comarcas.
ALVARADO. Estoy de acuerdo con vuestra merced. Conozco sobre sus nuevas decisiones, lo que no he sabido es sobre Alonso Cáceres.
(Éste conocía esta nueva decisión, pero ignoraba la falta de noticias de Montejo no comprendió la insistencia de este último en el viaje y lo achacó a rivalidad y encono. Fue uno de los trucos irónicos del destino, pues se inició un sentimiento de desconfianza entre los dos cabecillas que bien pudo haberse sostenido a no ser por las dificultades financieras y la intervención sagaz de un obispo y de una mujer ingeniosa).
MONTEJO. Mí capitán, la desconfianza está creciendo, y debe depositarle en vuestra persona para llevar el orden a esas comarcas.
ALVARADO. Ya informaré a la corona de las decisiones que habéis tomado.
(La capital política de la capitanía general, de que la provincia de Honduras formaba parte, era Santiago de los Caballeros de Guatemala, y Montejo creyó que sería importante detenerse allí durante su viaje. Lo necesario era el respaldo legal, y quien actuaba como capitán general durante la ausencia de Alvarado era Alonso Maldonado, un viejo amigo de la familia de Montejo. Ambos eran de Salamanca, y tenían recuerdos y experiencias comunes. El parentesco, aunque no era de sangre, dio su resultado).
ESCENA.2.
MONTEJO. Al llegar a la Hibueras . Matarlos emos a todos[11]. Combidar[12] le yen de grado.
SIRVIENTE. Acá están listo los soldados, provisiones adicionales para la guerra, y abastecimientos que incluían bueyes, ovejas y cerdos para cría.
MALDONADO. Agradecido con vuestra veluntad.
ALVARADO. Hay que conquistar esos lugares a toda costa. Vuestra merced obtendrá muchas prebendas. Y es Santiago de los Caballeros de Guatemala que será el punto donde vosotros contralaros el poder. Tenemos a los indios Achies como vuestros aliados.
ESCENA.3. INTERMEZZO. UN FRAGMENTO DEL MIO CID[13].
–Ya Señor glorioso, Padre que en çielo estás,
Fezist çielo e tierra, el terçero el mar,
Fezist estrellas e luna, e el sol pora escalentar,
Prisist encarnaçión en Santa Marîa madre,
En Beleem apareçist, commo fue tu veluntad,
Pastores te glorificaron, oviéronte a laudare,
Tres reyes de Arabia te vinieron adorar,
Melchior e Gaspar e Baltasar, oro e tus e mirra
Te ofreçieron, commo fue tu veluntad.
Salvest a Jonás quando cayó en la mar,
Salvest a Daniel con los leones en la mala cárçel,
Salvest dentro en Roma al señor San Sabastián,
Salvest a Santa Susaña del falso criminal,
Por tierra andidiste treinta e dos años, Señor spirital,
Mostrando los miráclos, por èn avemos què fablar,
Del agua fezist vino e de la piedra pan,
Resuçitest a Lázaro, ca fue tu voluntad,
A los judîos te dexeste prender, do dizen monte Calvarie
Pusiéronte en cruz, por nombre en Golgotá,
Dos ladrones contigo, èstos de señas partes,
El uno es en paraîso, ca el otro non entró allá,
Estando en la cruz vertud fezist muy grant,
Longinos era çiego, que nunquas’ vio alguandre,
Diot’ con la lança en el costado, dont ixió la sangre,
Corrió la sangre por el astil ayuso, las manos se ovo de untar,
Alçólas arriba, llególas a la faz,
Abrió sos ojos, cató a todas partes,
En ti crovo al ora, por èn es salvo de mal.
En el monumento resuçitest e fust a los infiernos,
Commo fue tu voluntad,
Quebranteste las puertas e saqueste los padres santos.
Tù eres rey de los reyes e de tod el mundo padre,
A ti adoro e creo de toda voluntad,
E ruego a San Peidro que me ajude a rogar
Por mio Çid el Campeador, que Dios le curie de mal,
Quando oy nos partimos, en vida nos faz juntar.–
ESCENA.4.
(Pedro de Alvarado llega a Honduras desde Guatemala con su tren original de aliados indios).
(Aparecen estos feroces achíes, [14]pueblo cruel, que come carne humana en ritos ceremoniales, corretean de un lugar a otro, en forma de círculos, con sus vestuarios indígenas, llevan a un hombre amarrado listo para ser devorado y le hablan a Ajaaw (el Divino) y el uk'u'x kaaj, uk'u'x uleew, antes de todo danzan:el vestuario de las mujeres consiste en un huipil, corte, faja y cinta para el cabello. A continuación se describe el traje de Rabinal: hace algunos años utilizaban un huipil negro con líneas de colores, este aún es portado por algunas señoras de la comunidad y el vestuario del hombre Este traje consiste en un pantalón llamazo “calzón” (término del siglo XVII), es elaborado de manta blanca. La camisa o koton es confeccionada de manta blanca con manga larga, se usa con o sin botones. )
INDÍGENA.1. ¡Chatoku loq pajaa[15]! Utzilaj aniim[16]
(Empezaron a destazar al hombre, en el conteo de 1 a 10).
INDIGENA.2. (1)Jun (2) Ka'ib'/Queb' (3) Oxib' (4) Kajib'
(5) Wo'oob'/Jo'ob' (6) waqib' (7) wuqub' (8) Wajxaqiib'
(9) B'elejeeb' (10) Lajuj
ESCENA.5.
(Un emisario llega a donde el capitán Montejo)
EMISARIO. En esa última acción militar en la Guerra del Mixtón, Alvarado ha sido arrollado por el caballo de un compañero inexperto que huía del contraataque de los indios chichimecas, que estaban parapetados en el Cerro del Mixtón (gato) y eran comandados por Francisco Tenamaxtle, un caxcán bautizado que se había levantado en armas. Eso sucedió en Nochistlán, en el sur.
MONTEJO. Estamos preparaos para seguir las batallas y el señor Cáceres tendrá la misión de buscar a un indio que detiene a los conquistadores en tierras del sur.
(Los achíes constituían una parte muy numerosa de los aborígenes de Guatemala, y pronto diseminaron el terror y la inquietud a su paso. Montejo había salido de la ciudad de Gracias a Dios en camino hacia el Norte para combatir un levantamiento de indios y a la vez apaciguar a su propio séquito ante la redistribución de los repartimientos de Alvarado).
EMISARIO[17]. Los comerciantes que venían desde lejos habían traído noticias a Cáceres sobre el descontento español en Gracias.
Existiendo establecimientos náhuatl cerca de la recientemente fundada Santa María, no había nada comparable a los mercaderes mexicanos en lo tocante a llevar chismes. (Al mismo tiempo llegaron otras nuevas que ayudaron a decidir la partida inmediatamente). Parecía como si se estuviera sosteniendo una lucha continua entre los españoles de Gracias y los guerreros indios a la orden de un cacique llamado eLempira,cuyo nombre significaba "Señor de la Montaña". (Nada se adelantaba con derrotar al hombre blanco. Había habido suficientes combates. Además, el señor Montejo ya había llegado y necesitaba su ayuda). (Doris Stone[18]).
(Cáceres abrió la marcha. Era duro ir por la senda que trepaba hacia el oeste, un terreno de montañas como sierras y alturas vertiginosas.Cruzó los bosques escarpados y glaciales que forman gran parte del actual departamento de Intibucá). La escena transcurre con Cáceres cabalgando con sus soldados y la contribución de algunos indígenas).
CUADRO.2.
ACTO PRIMERO
ESCENA.1.
LÍDER INDÍGENA. (Habla a una agrupación de indios).
LEMPIRA. El camino no era fácil.( Kotán jdmaláh kotán[19]).
En todo el viaje encontró oposición. Todos expresan: (qak'wí/cok'wí[20]). Por vez primera las poblaciones de lenguas diferentes (n o g w á h[21]) (se habían unido), (km' ywalaináy[22]) desde la cima de los picos dentados, Todos expresan:( norap api toto kute apishaya kauraina shawa shupuk ilpena[23]) Todos expresan: (puk ilpena[24]).
CUADRO.3.
ACTO PRIMERO
ESCENA.1.
LEMPIRA. Los lugares pequeños de las montañas más altas, saldrán nuestros guerreros a hendir la carne extraña las lanzas con punta de obsidiana y filos como cuchillos, las mazas de guerra con cabeza de piedra, y las flechas que se clavaban en lo muy hondo).
Inanan wiran eta ti?[25]
Puki una[26]. Puki yêm[27].
(Peor todavía, pues como si no fuera suficiente, aquellos diablos paganos disponían de un arma perversa, una maza bálica de madera dura con una punta envenenada. El hombre que tenía la desdicha de ser herido con una de éstas nunca sanaba realmente).
Kariai wayik lakil? (¿Por qué están llorando ustedes?)
Wiran ap i liwayu! (Que vengan aquí ).
ESCENA.2. (Un Grupo de españoles se han bajado de sus caballos, heridos, casi moribundos).
ESPAÑOL.1. No hemos encontrado el camino, (hombres tirados en el suelo, dos indígenas muertos, dos españoles heridos).
ESPAÑOL.2. Encontramos allí, escasez de provisiones, sitios bien defendidos y continua resistencia. No nos cabe en nuestra testa que un tal solo hombre con sus rebeldes pueda controlar estas huestes de territorios (Mientras camina de un lado a otro, el caballo gime, los otros españoles miran hacia el horizonte, la noche bifurca el atardecer).
ESPAÑOL.2. Con arte se quebrantan los corazones duros, Tómanse las ciudades, derríbanse los muros, Caen las torres altas, álzanse pesos duros: Por maña juran muchos, por maña son perjuros[28]. Quando lo poco viene, Cobdiçia de más cresçe. Quanto hombre más tiene, Tanto más le fallesçe[29].
(En verdad, aquello era descorazonador porque, las más de las veces, una sed terrible era el síntoma de uno de estos golpes, y no era abundante el agua en el oeste, particularmente arriba en las perpendiculares laderas de las montañas. Más de una vez se vieron forzados los españoles a escuchar las quejas de los agonizantes o heridos rogando encarecidamente se les diese un trago de agua ante la imposibilidad de conseguirlo, padeciendo de una herida angosta que no sanaba pero era una invitación a las moscas y otros insectos).
ACTO SEGUNDO
PRIMERA ESCENA
CÁCERES ABRIÓ LA MARCHA. Era duro ir por la senda que trepaba hacia el oeste, un terreno de montañas como sierras y alturas vertiginosas. El camino no era fácil.
(Cruzó los bosques escarpados y glaciales que forman gran parte del actual departamento de Intibucá y Lempira).
En todo el viaje encontró oposición. Por vez primera las poblaciones de lenguas diferentes se habían unido, y desde la cima de los picos dentados o de los altiplanos pequeños de las montañas más altas, salieron a hendir la carne española las lanzas con punta de obsidiana y filos como cuchillos, las mazas de guerra con cabeza de piedra, y las flechas que se clavaban en lo muy hondo. Peor todavía, pues como si no fuera suficiente, aquellos diablos paganos disponían de un arma perversa, una maza bálica de madera dura con una punta envenenada.
SEGUNDA ESCENA
El hombre que tenía la desdicha de ser herido con una de éstas nunca sanaba realmente. En verdad, aquello era descorazonador porque, las más de las veces, una sed terrible era el síntoma de uno de estos golpes, y no era abundante el agua en el oeste, particularmente arriba en las perpendiculares laderas de las montañas. Más de una vez se vieron forzados los españoles a escuchar las quejas de los agonizantes o heridos rogando encarecidamente se les diese un trago de agua ante la imposibilidad de conseguirlo, padeciendo de una herida angosta que no sanaba pero era una invitación a las moscas y otros insectos.
[1][1] Según la antropóloga e historiadora Anne Chapman a la llegada de los españoles, los lencas estaban distribuidos en distintos grupos, constituyendo una considerable población: Care, Cerquín, Potón y Lenca eran poblaciones aisladas por grandes distancias pero se mantenían unidos por lazos culturales y una historia común.
[2] Agua, en Lenca
[3] Mano en Lenca
[4] Tú en Lenca
[5] Yo, en Lenca
[6] zarigüeya
[7] zopilote
[8] Doris Stone
[9] STONE
[10] STONE
[11] Los materemos a todos'
[12] Le invitarían de buen grado'
[13] Lo siguiente es un fragmento del Cantar de mio Cid (versos 330–365). En la primera columna puede verse la transcripción normativa del manuscrito original. –Oh, Señor glorioso, Padre que en cielo estás,
Hiciste cielo y tierra, el tercero el mar,
Hiciste estrellas y luna, y el sol para calentar,
Te encarnaste en Santa María madre,
En Belén apareciste, como fue tu voluntad,
Pastores te glorificaron, te tuvieron que loar,
Tres reyes de Arabia te vinieron a adorar,
Melchor y Gaspar y Baltasar, oro e incienso y mirra
Te ofrecieron, como fue tu voluntad.
Salvaste a Jonás cuando cayó en la mar,
Salvaste a Daniel con los leones en la mala cárcel,
Salvaste dentro de Roma al señor San Sebastián,
Salvaste a Santa Susana del falso criminal,
Por tierra anduviste treinta y dos años, Señor espiritual,
Mostrando los milagros, por ende tenemos qué hablar,
Del agua hiciste vino y de la piedra pan,
Resucitaste a Lázaro, porque fue tu voluntad,
A los judíos te dejaste prender, donde dicen monte Calvario
Te pusieron en cruz, por nombre en Gólgota,
Dos ladrones contigo, éstos de sendas partes,
El uno es en paraíso, porque el otro no entró allá,
Estando en la cruz virtud hiciste muy grande,
Longinos era ciego, que nunca se vio jamás,
Te dio con la lanza en el costado, donde salió la sangre,
Corrió la sangre por el astil abajo, las manos se las tuvo que untar,
Las alzó arriba, las elevó a la faz,
Abrió sus ojos, miró a todas partes,
En ti creyó entonces, por ende es salvado de mal.
En el monumento resucitaste y fuiste a los infiernos,
Como fue tu voluntad,
Quebrantaste las puertas y sacaste los padres santos.
Tú eres rey de los reyes y padre de todo el mundo,
A ti te adoro y creo de toda voluntad,
Y ruego a San Pedro que me ayude a rogar
Por mi Cid el Campeador, que Dios le cure de mal,
Cuando hoy nos partamos, en vida haznos juntar.–
[14] Los achíes (o achi'es) son un grupo étnico de origen maya,​ asentados en varios municipios pertenecientes al departamento guatemalteco de Baja Verapaz: Cubulco, Rabinal, San Miguel, Salamá, San Jerónimo, Purulhá, parte de Granados y el Chol.
[15] ("Bienvenido")
[16] Buenos días en Achí, lengua maya.
[17]
[18] Doris Stone
[19] Montaña, atravesé la montaña.
[20] Lluvia
[21] Estoy aquí
[22] Esta lloviendo
[23] ahora nuestro zopilote despacio camina mañana rápido correrá
[24] Mañana correrá depresa
[25] ¿Eso es un pueblo?
[26] Soy grande
[27] Eres grande
[28] Libro de Alexandre
[29] Proverbios morales:




